Si nos centramos en vivir nuestro presente sin juzgarlo, es el mejor momento para transformar toda esa energía en positivo y aprovechar el tiempo extra y la vitalidad que nos brinda la estación para darnos espacio, escucharnos y crear relaciones de calidad con nosotras mismas y con el resto de nuestro entorno.
09/22
IRAILA


La estación y el fuego
El verano es época de cosecha, por un lado y de sequía por otro; de recoger el fruto de lo sembrado, de días largos, de calor, de exigencias… Es el tiempo en que cambiamos nuestras rutinas y tendemos a estar más activas y más sociales y a vivirlo todo con mucha más intensidad.
El verano es fuego, símbolo de mayor energía y vitalidad, sobre todo al comienzo de la estación. Pero a medida en que los días avanzan, factores como las altas temperaturas o las expectativas no cumplidas pueden tornar ese fuego en algo más negativo y despertar en nosotras sentimientos de irritabilidad y enfado.
La cantidad de estímulos que recibimos a diario y esa pérdida de rutina puede hacer que perdamos también el norte, la concentración y nos desorientemos. Es probable que hayamos empezado la estación con grandes planes y propósitos que a lo mejor no estamos llevando a cabo; y es probable, también, que el espejismo y la comparación con la actividad de otras personas que nos llega, por ejemplo, a través de las redes sociales, nos nuble y nos haga sentir frustradas.

Transformarnos y
vivir la emoción
Disfrutaremos de dos prácticas de yoga:
La primera es una práctica de Vinyasa de 50 minutos guiada por Iraia Etxaniz. Con transiciones lentas y sentidas, Iraia nos invita a mantenernos presentes y a valernos de la propiedad transformadora del fuego para seguir creciendo.
La segunda es una meditación de 15 minutos que nos invita a vivir las emociones, especialmente las más "desagradables", dentro del espacio seguro que ofrece la práctica, con la intención de crear una relación saludable con ellas para aprender a evitar que las sensaciones nos abrumen en nuestro día a día.

Nuestra chimenea interna
Para hacernos con la energía que requiere el verano es necesario que alimentemos las llamas de nuestro fuego interior. La leña con la que alimentamos esa chimenea es la comida que nos llevamos a la boca; y al igual que la madera en mal estado no rinde igual de bien y puede conllevar que el fuego se extinga; los alimentos de peor calidad nos otorgan menos energía y peor salud.
Las vacaciones, los horarios trastocados y el aumento de nuestras relaciones sociales suelen implicar muchas m